Desde 1979, el Palacio de Versalles está inscrito en el Patrimonio Mundial de la Humanidad. Representa una de las obras maestras más bellas del arte francés del siglo XVII.
El Palacio y el dominio de Trianon están abiertos todos los días, excepto los lunes. El Palacio abre a las 9 h, mientras que el dominio de Trianon abre solo a partir de las 12 h.
El Parque y los Jardines están abiertos todos los días y la entrada es gratuita (el acceso a los Jardines es de pago durante los días de Grandes Aguas Musicales y Nocturnas, así como durante los Jardines Musicales).
Solo puedes acceder al Parque por:
la Grille de la Reine (entrada para peatones, ciclistas y vehículos todos los días),
la Porte Saint-Antoine (peatones y ciclistas todos los días, vehículos solo fines de semana y festivos),
y la Grille des Matelots (peatones y ciclistas todos los días),
de las 7 a las 20:30, con último acceso a las 18:15 en temporada alta y de las 8 a las 18 en temporada baja.
Al recorrer la Galería de los Espejos, los Grandes Aposentos del Rey y el Museo de la Historia de Francia, te adentrarás en un palacio que, hasta 1789, fue el corazón del poder real, y que no dejó de transformarse con el paso de los siglos.
En sus orígenes, Versalles no era más que un palacio construido por Luis XIII. Pero fue precisamente este lugar el que Luis XIV eligió para construir el majestuoso palacio que hoy conocemos, símbolo del absolutismo real y del arte clásico francés.
En la década de 1670, Luis XIV mandó construir los Grandes Aposentos del Rey y de la Reina. La creación más emblemática de estos espacios, dedicados a la recepción por excelencia, es sin duda la Galería de los Espejos, diseñada por Mansart.
Durante el siglo siguiente, el castillo sigue creciendo, con obras como la Capilla Real y la Ópera. Hoy, el Palacio cuenta con 63.154 m² repartidos en 2.300 estancias.
Aunque el Palacio pierde su función como sede del poder en 1789, en el siglo XIX se le da un nuevo destino : convertirse en el Museo de la Historia de Francia, idea impulsada por Luis Felipe, que subió al trono en 1830. Muchas salas del palacio fueron entonces transformadas para albergar colecciones que relatan los grandes momentos de la historia francesa, enriquecidas hasta principios del siglo XX.